Jericho, Vermont, dos inviernos: 1885, 1868

Aterida cada definitiva huella
en la escarcha de la tarde, el escarceo
de Bentley con la fugacidad dispuso
un inédito y ulterior episodio:

su registro. Microscópico y fractal
como fue el instante en que fascinación
y nieve establecieron en el pequeño
willie un pacto y la certeza de una infancia

perenne como sino -aunque de ello no haya
más constancia que estas perfectibles líneas.

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