(frente a algunos poemas de Eduardo Espina)
Me les encuentro leyendo:
verso por verso hasta bando
que nace punteado, incesa
del huso al pespunte,
acordela la voz de brocal
emitida, megafónica,
aspersa a través de sonora
miríada que atraviesa
los ojos, el recite. Pero
algo pasa: al pozo.
Recomienzo: hendiendo
con alta voz lo silente
de lo escrito, atesonando
el tanteo de dar fondo
a la hoja que de esparce es,
pero: a mayor embale, envaine.
Mordido el anzuelo
del sentido, de su busca,
es mi peso el que desata
esta vez la hondonada.
Reviro el yerro, entonces,
nuevo intento: al fin
distensa la tanza, manso
el arrecie de los versos
que, ahora sí, tienden su don.
Desbande de mí, pestaña
vibrátil, devenir arrecife:
ya no yo lo que transita
de la boca al papel,
del brocado a la broca.
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