Pacto

I
Desertados por descarte, hartos del autoimpuesto recato,
del impostado poste restante que de cada horizonte un pozo hizo,
a horcajadas de la penúltima idea anómica elidida de la real edad de la sequía,
bajo secular ombú pactaron de la partida su comienzo:
cuestión no de símbolo sino de sombra
-pudiera haber sido encina, abeto, anque fresno tupido de sámaras.
Si total: preferibles derroteros parciales
que la signatura a(bsol)utista enrevesada en las tripas, luto en vida
disoluta, alvesrese que ni para camorra baratija
servidas las aguas que manaran de aquel causal
-abrazada sin deuda la duda, qué cabe, a creedor lloro de lo no-pasado.

Pase en cambio al triunfito agazapado tras el batirse en retirada,
desmontaje a la vera de lo vegetado y en simultáneo homenaje al correr
de la savia por el monte de lapachos o eucaliptos o jacarandaes:
pasaje de la prudencia a la algazara destemplada, sin brida
abierto el tranco transahariano que a arremeterse promete,
primerea el propalar del albur como táctica, técnica y expiación
de tanto utópico desangre, tanto acorrale.

II
Infringida la premisa que obliga a prisa por pensar en vueltas
-misma que menta secuaces: mensúes: mera tropa en tropel:
locas sin placé: patrulla perdida o para bien condenada:
Hermandad de Dadá: bambuses tacleados: palos en el ruido:
a resignación contrahechos: dispersos: matrereados-,
ensillaron acuerdo con festiche, brinde y marginal chapoteo para,
con la luz en el nadir de la intemperie,
apurar las ancas al encuentro del sarandisal, a su vadeo.

Soltaron freno rumbo a tolderías, a horcajadas del derrape,
escampando el vacío.

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